6 jul 2010

Enfermo de goles y… nuevas sensaciones


Finalmente mis expectativas no se han cumplido (de momento). Sigo malo y hoy ha sido mi primera vez… en un hospital sudafricano (mal pensados). La experiencia ha sido… se podría decir… interesante pero, cuando uno está malo, lo que prefiere es que las cosas sean efectivas antes que interesantes.

Se podría decir que aquí la Sanidad si que es del primer mundo, de primer potencia mundial, es…. de pago como en EEUU. Menos mal que venimos con seguro y después de unas dos horas de negociación con un tal Alton (que era como los porteros de discoteca del Sound, discotequilla malagueña de discutida fama) hemos podido pasar al médico. Antes, una señora me tomó la tensión y la temperatura con un moderno aparato (si estuviéramos enclavados en pleno siglo XIX) un termómetro de cuarzo (el de toda la vida, el que usa la ‘mama’ cuando te pones malito). Posteriormente, me ha pasado a una pequeña habitación de las 40 que había casi vacías (muy típico en los hospitales privados) para que el ‘dosstó’ me metiera mano.

Gracias a mi gran capacidad de comunicación con el sistema de signos y mi inglés de supervivencia he logrado que el señor ‘linsesiado’ se enterara de mis síntomas para recetarme caramelos, protectores estomacales, un spray raro (que costaba casi 10 ‘leuros’) y la joya de la corona, penicilina en pastillas (que costaba sólo cinco euros más que el spray). En fin, que tras una tres horitas de ruegos y preguntas y de faxes desde España (desde aquí, un saludo a la chica de mi compañía de seguros en la patria que me ha solucionado lo de no pagar la asistencia médica), hemos podido volver a casa.

Lo cierto es que, desde que paramos nuestra actividad frenética de viajes kilométricos a diario, mi cuerpo se ha relajado y no ha podido con la escasa actividad. Soy un hombre de acción. Por eso, tras el Paraguay – España decidimos (auque ya estaba ‘regulá namá’) acercarnos a uno de los barrios más míticos de Johannesburgo, la township Soweto.

Aquí es donde se fraguó el fin del apartheid, donde los negros comenzaron a rebelarse frente al aislamiento que durante años los habían sometido el poder blanco. Soweto es inmenso, es una ciudad en si misma y en ella viven blancos ricos, negros pobres y blancos y negros de clase media.

La zona tiene un gran significado por que aquí se produjo la masacre del 16 de junio de 1976. Si no sabéis la historia, existe Wikipedia pero básicamente, fue que en un momento dado los blanco quisieron imponer el Afrikaans (un idioma mejunje entre el alemán y el holandés) en las escuelas y los negros se negaron a olvidar su idioma madre por lo que salieron a la calle a protestar pacíficamente. Os podéis imaginar, la manifestación acabó con 130 muertos y 1118 heridos (de los que más o menos el 90 % eran negros). El primer muerto fue Hector Pietersen, un chaval de unos 13 años, que se convirtió en un símbolo gracias a una foto que le sacaron mientras uno de sus vecinos llevaba su cuerpo inerte en brazos.

Actualmente, Soweto se ha convertido en una ciudad turística de la miseria. Suena triste, pero es la impresión que me dio. Eso sí, parte de culpa tenemos los europeos que (como yo) contratamos tours  para ver como se mueven y viven los negros pobres en las peores zonas del barrio). Es increíble como aquí hay varios museos (la Casa de Mandela, el Museo Hector Pietersen…) que están incrustados en estas zonas y que, en medio de tanta miseria, están aislados y situados en calles en la que a uno le da la impresión de haberse trasladado al ‘mágico’ mundo Disney en la que heladeros cantan, las tiendas y tenderetes de souvenirs copan las esquinas y los restaurantes invitan a tomarse una buena cerveza. Algo antinatural pero que, imagino, aportará dinero a las arcas del Estado. Así es esta township, un lugar donde, por ejemplo, puedes encontrarte en la misma carretera puedes encontrar, a un lado, un macro complejo creado por Nike y, al otro, la chavola más precaria de todo Soweto.


En las otras calles… los niños corretean felices de ignorancia y donde mujeres y hombres parados deambulan en busca de algo que hacer. Lo más triste de todo esto es que los niños tienen ya aprendida la lección, te dan conversación, se ríen contigo y al poco te piden unos rands sueltos. Te sientes un observador impasible de la miseria absoluta durante unos minutos y luego… a la furgoneta en la que te han traído. Enriquecedor pero descorazonador.

Eso sí, mejor quedarse con la sonrisa inocente de esos niños que esperemos nunca se conviertan en un 26, un 27, o un 28 (ver post sobre Stellenbosch). En fin, una experiencia más que os aconsejo que viváis y lo hagáis de la manera más respetuosa posible.

Y dicho esto, este miércoles, Durban. Otras 5 horitas de carretera, drogado (con medicinas) y con toda la ilusión puesta en otra de las ciudades más culturales del territorio bafana. Alemania, allá vamos.      

5 comentarios:

  1. Yo sólo te digo:

    Gimme hope, Joanna. Hope, Joanna.
    Gimme hope, Joanna. Fore the morning come.
    Gimme hope, Joanna. Hope, Joanna.
    Hope before the morning come.

    Well Joanna she runs a country, she runs in Durban and the Transvaal. She makes a few of her people happy. She don't care about the rest at all. She's got a system they call apartheid. It keeps a brother in a subjection but maybe pressure will make Joanna see. How everybody could a live as one...

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  2. Qué chulo te está quedando el blog!
    Sigue escribiendo que somos muchos los que te seguimos y sobre todo, no te desanimes, que no del robo es una tontería y hay cosas más importantes en la vida :D Aprovecha la experiencia!
    Besos desde Murcia:
    Puri

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  3. Cuídate, Alex, que estamos a punto de ganar el mundial y tienes que contarlo...

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  4. Vuestra experiencia en la tele
    www.rtve.es/camaraabierta
    Muy buen trabajo
    César

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  5. vaya experiencia mas inolvidable estais viviendo y para rematar ESPÑA en una final del mundial!!historico...ojala pudieramos estar alli con vosotros.UN ABRAZO PARA LOS TRES!bueno uno para cada uno...cuidaros!!con cerveza.

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